Pluralismo en las radios y la política de medios en Chile

En los últimos meses la discusión sobre cuotas de contenido musical chileno en las radios del país ha aumentado por el advenimiento de la votación en el parlamento. Mientras que los representantes de las radios junto al ex Presidente Sebastián Piñera y el ex ministro de cultura se han opuesto a la propuesta, músicos chilenos y personeros de la coalición de gobierno luchan por la promoción de la música chilena a través de una cuota de 20% en las parrillas programáticas. En términos públicos se enfrentan los artistas y las radios, músicos asociados en la Unión Nacional de Artistas (UNA) y la Sociedad Chilena de Derechos de Autor (SCD) versus la Asociación de Radiodifusores de Chile (ARCHI). Esta lucha ha sido remarcada las últimas semanas con el mensaje transmitido en las radios del país “la música chilena debe fomentarse y difundirse, no imponerse”.

Las radiodifusoras arguyen que es una imposición que vulnera la libertad de las líneas editoriales que definen el perfil de los contenidos transmitidos, como también que puede resultar en un mal negocio para aquellas radios que pierdan audiencias por haberse alejado de los contenidos que los consumidores deseaban escuchar. Si una radio se define editorialmente por transmitir música anglo y se ve en la obligación de transmitir música chilena, puede perder sus audiencias ávidas de consumir música en inglés. Este argumento ha sido rebatido por Carolina Tohá en El Mostrador año 2011: ” también es música chilena (…) un tema de Victor Jara interpretado por Metallica”, justificando cómo la ley entrega espacios de autonomía editorial. Por otro lado, las radios califican esta medida como una “imposición” arbitraria; sin embargo, difícilmente puede calificare de esta manera cuando es un proyecto de ley discutida y razonada de manera democrática en nuestro parlamento sobre un bien público finito, el espacio radioeléctrico, que pertenece a todos los chilenos. Quizás el único argumento que no ha sido debidamente rebatido es la posible merma económica a partir de proyecciones.

Pues bien, los argumentos de las emisoras no terminan siendo convincentes o persuasivas al momento de apelar a la libertad de las empresas para transmitir contenidos, pues se lucra con el espacio radioeléctrico, porque en su argumentación dan prioridad a los consumidores (audiencias) en vez de los ciudadanos representados en el parlamento y porque prefieren abogar por las posibles pérdidas económicas y no por la distribución equitativa de los contenidos nacionales y extranjeros. Detrás de esta lucha de argumentos, sean persuasivos o no, se está disputando un conjunto de valores que cada una de las partes supone como válidos y capaces de ser aceptados por todos los demás, pero que no son explícitos y que deberían serlo para aclarar el debate y definir una política de medios pluralista.

El pluralismo en los medios de comunicación

El Centro de Analisis e Investigación Política, con un proyecto del fondo de pluralismo en el sistema informativo nacional de la Comisión Nacional de Investigación Científica y Tecnológica, ha aportado algunos elementos al debate sobre el pluralismo en los medios de comunicación. Los medios de comunicación son una pieza fundamental de un sistema político democrático, sobre todo considerando a las radios que son percibidas como los medios más confiables por parte de la ciudadanía.

En las sociedades pluralistas los sistemas informativos y de medios de comunicación deben estar distribuidos equitativamente en términos de propiedad y control de los medios, en cuanto a los recursos y capacidades que tienen los medios en comparación a otros, y en los grados de influencia en la sociedad. Un sistema concentrado donde sólo algunos tienen las capacidades y recursos para emprender un medio de comunicación e incidir en las audiencias, no es pluralista. De igual modo, los medios de comunicación deben representar diferentes intereses, ideas y realidades propios de cada sociedad, diversidad de temas tratados, posturas y líneas editoriales de medios y pluralidad de los géneros, formatos y soportes con los que se transmite la información. Un sistema de medios monocromático que reduce la pluralidad de puntos de vista y modos de expresión tampoco sería pluralista. Pero también el sistema debe contemplar garantías para la libertad de difundir ideas y opiniones de manera organizada, sin interferencia externa de los poderes como los económicos y políticos. En este sentido se debe apelar a la libertad en la existencia de más medios de comunicación independientes, en las garantías para expresar y discutir las opiniones públicamente y para organizarse y emprender nuevos medios de comunicación. Un sistema que no permite fundar nuevos medios, donde se castiga la independencia y permanecen prácticas antidemocráticas como la censura y las presiones a periodistas no es un sistema informativo pluralista. Finalmente, el pluralismo en los medios supone que las audiencias puedan incidir en los contenidos de los medios de comunicación gracias a los espacios de participación y plataformas que permiten establecer relaciones simultáneas y horizontales con las audiencias, haciendo del periodismo ciudadano y las audiencias productoras de información. En suma, el pluralismo en los medios debe ser distribuido, diverso, libre y participativo.

Así puestas las cosas, en el debate sobre las radios mientras unos apelan al reparto equitativo del poder comunicativo y la diversidad como reconocimiento de la cultura nacional (agrupaciones de artistas nacionales), otros apelan a la libertad de cada uno de los agentes difusores y a la participación de las preferencias de las audiencias en la definición de las parrillas programáticas (agrupación de radios). La libertad en términos de autonomía y libertad de expresión de las radios es un elemento fundamental del pluralismo democrático, pero también una distribución equitativa de los contenidos y el espacio radial, y el reconocimiento de culturas que aportan a la diversidad de la sociedad. Ahora bien, en cualquier caso, la concentración del control y la propiedad de las radios, su relación de dependencia respecto de industrias como la discográfica y publicitaria, y la prioridad de las ganancias por sobre la garantía de un pluralismo en los medios, son amenazas para la democracia.

Todos los valores y principios en juego tienen sentidos más complejos que los supuestos por los agentes que se enfrentan. Tener claridad sobre ellos no solo ayudaría al entendimiento y la comunicación sino además permitiría formular una política de medios de comunicación que tenga como su principio rector el pluralismo.

Abordar el debate de manera integral: el objetivo de una política democrática de medios.

Un país pluralista es una sociedad en la cual progresivamente los individuos se vuelven autónomos respecto de los principios impuestos por las familias y las costumbres, siendo cada vez más diversos y teniendo las garantías para expresar sus diferencias públicamente. Más aún, el pluralismo democrático requiere de un Estado que promueva la diferencia y la participación de la ciudadanía en el ámbito público pues al comparecer con otros los ciudadanos se tornan más íntegros y reflexivos, capaces de regir sus vidas de acuerdo a sus propios valores y principios. Esta es la idea que se encuentra detrás de los argumentos de los músicos y las emisoras, de los argumentos de las izquierdas y las derechas modernas. Este es el valor que es aceptado por todos y que en cada argumento se anhela. Libertad de las radios respecto del Estado, participación de las audiencias en las parrillas programáticas, distribución equitativa de la industria musical extranjera y la nacional, reconocimiento de la música nacional para la diversidad en los medios.

Independiente de quienes esgriman los mejores argumentos, fuera de quien salga victorioso luego de este proyecto de ley, queda claro que desde ambos lados no se aborda la cuestión integralmente. El 20% es un avance en el reconocimiento de nuestro patrimonio para la diversidad en los medios, para la participación de los creadores en los contenidos transmitidos, en la distribución de los contenidos musicales y en la libertad de los chilenos para expresar en las radios sus creaciones artísticas. Pero es insuficiente cuando se piensa holísticamente las dimensiones aquí expuestas. Si se desea un sistema de radios pluralista debería formularse políticas que promuevan radios comunitarias, comunales y digitales (de hecho recientemente se ha comunicado una alianza entre la asociación de músicos chilenos y las radios comunales por un 40% de música chilena). También queda fuera la discusión sobre la concentración en la propiedad y control de los medios reducidos en algunos grupos económicos, la diversidad de géneros, formatos y posturas, o la libertad de los ciudadanos de crear radios que promuevan puntos de vista minoritarios que colaboran al pluralismo. Hoy, en la era digital, donde los podcast y las radios on-line proliferan, el llamado es a pensar el debate de las radios en uno mayor: el pluralismo en los medios de comunicación en Chile.

http://realismovisceral.com/2014/03/pluralismo-en-las-radios-y-la-politica-de-medios-en-chile/